Agradezco y felicito al señor Carlos Williamson, Rector de la Universidad San Sebastian, por dar públicamente a conocer en un seminario el elevado precio del medicamento Cabergolina en Chile donde, para tratar a su hija de un tumor a la Hipófisis, debe gastar $1.200.000 y comprándolo en Argentina paga $60.000, es decir 20 veces menos.

Este drama y abuso lo sufren a diario millones de enfermos en Chile. Es hora ya de que los laboratorios farmacéuticos, especialmente los extranjeros establecidos en el país y agrupados en la Cámara de la Innovación Farmacéutica (CIF), expliquen en forma clara los motivos por los cuales sus medicamentos tienen un valor superior que van desde un 50% y hasta un 500 – 600 y 2000% más como es el caso indicado por el señor Carlos Williamson, respecto de Argentina, la Comunidad Europea o paises aledaños a esta.

Otro tema relacionado es el hecho de que el Estado adquiere, a través de Cenabast, medicamentos con diferencias de hasta 30 veces menores respecto a los precios que los enfermos deben pagar en farmacias.

Desde hace años las farmacias, especialmente comunitarias pequeñas y medianas, han solicitado que Cenabast les venda medicamentos con estos precios privilegiados, pues con ello cientos de medicamentos podrían disminuir sus precios a público entre un 50 y hasta un 80% respecto al precio que los enfermos pagan en farmacias de cadenas.

Lamentablemente, ni el anterior ni el actual Gobierno parecen tener interés en ayudar de esta forma a los enfermos de nuestro país.

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