En forma prematura las autoridades sanitarias han anunciado que a través de un nuevo sistema se obtendrá una rebaja importante en el precio de los medicamentos a los afiliados de Fonasa. Se dio a conocer la idea sin mayores precisiones técnicas y muy probablemente sin las consultas a los sectores involucrados, que en estas materias no pueden ser objeto de imposiciones. Por esto nos parece un anuncio prematuro.

Al margen de su oportunidad,el tema merece objeciones contundentes. Por de pronto, se entiende que serán las farmacias, de cadena e independientes, las que deberán bajar sus precios. Se habla de más de 2 mil medicamentos y que las rebajas fluctuarán entre un 30% y un 40%. No serían parte de estas rebajas los productores y distribuidores.

Se dice que la ventaja de las farmacias en esta operación sería el aumento de su clientela atraida por los menores precios. Ya en primera aproximación surgen a lo menos varias dudas, para no decir derechamente rechazos, que se manifestarían en restarse a este programa.

La verdad es que las farmacias independientes se verían en un “zapato chino”, pues su utilidad promedio es poco mayor que en un 30% y la posible mayor afluencia de público no alcanzaría para absorber la merma de ingresos.

Probablemente las farmacias de cadena podrían enfrentar mejor este desafío porque operan en un mercado inmensamente mayor. No se puede olvidar que estas farmacias en suma tienen para si el 90% de la venta a público en nuestro país.

Nuevamente se prescinde de atacar el problema en su origen, en su raíz, que está en los productores y en menor medida en las distribuidoras. Si ellos no bajan sus precios serán las farmacias las que deberán hacerlo.

Es evidentemente un tratamiento asimétrico. Para las farmacias de cadena, que comercializan con altos precios, el tema sería menor, pero las farmacias independientes quedarán amenazadas de muerte.

Estas últimas adquieren volúmenes pequeños de medicamentos mientras las de cadena lo hacen en cantidades mucho mayores y por eso, en lo que se conoce como  economía de escala, obtienen descuentos importantes.

Por otro lado, se puede esperar que las farmacias, en especial las de grandes consorcios, aumenten el precio de los medicamentos “duros” excluídos de los listados anunciados. Es un mecanismo de defensa bastante habitual.

Se dice que el anunciado sistema entraría en aplicación en octubre. Es lo que dijo el sr. Mosso, Director de Fonasa, en entrevista de TV. Respecto a ella, me llamó la atención las imprecisiones técnicas en que cayó.

Habló, por ejemplo, de “genéricos de marca” para referirse a los similares, asocia genéricos con bioquivalentes cuando en Chile no todos cumplen tal exigencia y dice que en este sistema sólo se operará con medicamentos de prescripción, sin referirse a aquellos que no la requieren.

Si a este anuncio se suma la autorización para vender medicamentos fuera de las farmacias, estaríamos frente al decreto de muerte de las farmacias independientes, muchas de las cuales son de propiedad de químicos farmacéuticos.

Es en ellas donde se presta un mejor servicio profesional sanitario a través de una correcta información, indicaciones de uso y precauciones necesarias para un correcto y eficaz tratamiento.

Por último, de imponerse este sistema, tendríamos un cuadro de desabastecimiento en muchos sectores poblacionales con la desaparición de las farmacias pequeñas. Los autores de esta idea pueden estar pensando que tal problema se remediaría con la venta de medicamentos en cualquier parte. No me extrañaría que este sea su propósito de fondo, porque sabemos como actúan.

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