Existe hoy una indicación a la ley que “prohibe” la integración vertical, como si ello fuera la razón de los altos precios de los medicamentos. La verdad es que la integración no necesariamente es mala, ni debe ser mirada como la causante de todos los males, lo que sí atenta contra la competencia es el abuso de una posición dominante en el mercado, como hoy lo podrían realizar las cadenas de farmacias que poseen el 90% del mercado del retail de medicamentos.
Lo que sucede es que las cadenas de farmacias han visto que, ciertos productos de marca son de poca competencia, por lo que han creado sus líneas de productos propios con marcas propias que buscan “rebajar” el precio de un producto con relación al mismo de una marca determinada.
Lo anterior justamente hace que el mercado tienda al alza, ya que el producto de marca sólo compite con otro de marca “propia”, sin dar alternativa al consumidor de obtener el “genérico”, la solución a esto parece casi “obvia” y se da con la obligatoriedad de que las marcas propias sean prohibidas pero no a través de la prohición de la integración, sino que mediante el incentivo de comercialización de productos genéricos (en su caso Bioequivalentes, de ser procedente).
Entonces, lo que debe prohibir la ley es el registro sanitario de marcas propias por parte de las empresas que puedan tener integración vertical. Si, en el mercado crece la oferta de productos genéricos resulta evidente que los precios tenderán a la baja (principio fundamental de la economía), e incluso los propios medicamentos de marca o innovadores deberán disminuir sus precios, ya que de lo contrario, el impacto del ingreso de productos genéricos hará que su mercado propio sea ampliamente reducido.
Lo anterior, acompañado a la debida aplicación de la denominación común internacional hará que los precios de los medicamentos necesariamente bajen en pro de los enfermos de nuestro país.