La OMS, a través de su informe actualizado sobre la resistencia antimicrobiana (RAM o AMR, por sus siglas en inglés), confirma que los antibióticos —una de las herramientas más poderosas de la medicina moderna— están perdiendo su eficacia y que la amenaza no es solo futura: ya se presenta.
¿Qué significa exactamente la resistencia antimicrobiana?
La OMS define la RAM como el fenómeno por el cual bacterias, virus, hongos o parásitos cambian con el tiempo y ya no responden a los medicamentos diseñados para tratarlos. World Health Organization+1 En ese amplio marco —que incluye antivirales, antifúngicos y antiparasitarios— los antibióticos (medicamentos que tratan infecciones bacterianas) ocupan un lugar clave: sin ellos, la capacidad de nuestro sistema sanitario colapsa
Factores impulsores
Varios elementos clave explican por qué la RAM avanza con tanta fuerza:
- Uso excesivo o inapropiado de antimicrobianos en humanos, animales y agricultura, lo que ejerce presión para que los microorganismos desarrollen mecanismos de defensa. (World Bank)
- Diagnóstico insuficiente y tardío: sin pruebas adecuadas, los médicos pueden prescribir antibióticos “por si acaso”, lo que favorece el desarrollo de resistencias.
- Sistemas de vigilancia débiles: la falta de datos de calidad y de cobertura en muchos países limita la respuesta informada. (World Economic Forum)
- Escasez de nuevos antimicrobianos y diagnósticos rápidos: la innovación no avanza al ritmo que la resistencia exige. (World Economic Forum)
- Interconexión global y “Una sola salud” (One Health): la salud humana, la salud animal, la producción alimentaria y el medio ambiente están profundamente entrelazadas, lo que multiplica los canales de propagación de resistencias. (WOAH)
El diagnóstico adecuado y el uso responsable de los medicamentos
Dos pilares emergen como fundamentales en esta batalla:
- Diagnóstico preciso y oportuno: Un enfoque moderno insiste en que antes de recetar antibióticos, se deberíamos realizar pruebas de laboratorio cuando sea posible (cultivos, antibiogramas) para identificar el agente infeccioso y su perfil de sensibilidad. La OMS publicó recientemente nuevos perfiles de productos (target product profiles) de pruebas diagnósticas que deben aplicarse especialmente en infecciones graves.
- Uso racional de antimicrobianos: La OMS, junto a otros organismos, defiende que los antibióticos deben usarse solo cuando están indicados, en la dosis adecuada, durante el tiempo correcto, y evitando automedicación o compartir tratamientos. La campaña de la semana mundial de conciencia sobre AMR 2024 (“Educate – Advocate – Act now”) está orientada precisamente a sensibilizar tanto a profesionales como a ciudadanos.
Marco global y compromisos recientes
- En septiembre de 2024, los países miembros de la ONU adoptaron una declaración política de alto nivel para reducir la mortalidad relacionada con RAM en un 10 % para 2030, entre otros compromisos. (infectiousdiseaseadvisor.com)
- En abril 2025 la OMS publicó un informe de uso mundial de antibióticos basado en datos de 2022, advirtiendo que los antibióticos del grupo “Access” están siendo sobreutilizados y que se ha fijado un nuevo objetivo: que al menos el 70 % del uso mundial de antibióticos pertenezca al grupo “Access” de la clasificación AWaRe para 2030. (World Health Organization)
- También en 2025 comenzó la novena ronda de la encuesta global TrACSS (Tracking Antimicrobial Resistance Country Self-assessment Survey) para evaluar los progresos nacionales en planes de acción sobre RAM. (World Health Organization)
Los retos que persisten
A pesar de estos esfuerzos, los desafíos siguen siendo grandes:
- La implementación efectiva de planes nacionales es desigual, con brechas graves en financiación, vigilancia diagnóstica y recursos humanos.
- Los nuevos antibióticos tardan en llegar y los incentivos económicos para su desarrollo siguen siendo débiles. (World Economic Forum)
- Muchas regiones tienen datos fragmentados o inexistentes, lo que dificulta la planificación estratégica y la priorización de recursos.
- En ambientes con menor acceso a atención sanitaria de calidad, la resistencia avanza con más rapidez y las opciones terapéuticas son limitadas.
¿Qué significa para la salud global?
Cuando los antimicrobianos pierden eficacia:
- Las infecciones duran más, se propagan con mayor facilidad y se vuelven más peligrosas.
- Procedimientos que hoy consideramos rutinarios —como cirugías, trasplantes, tratamientos de cáncer o partos complejos— se vuelven más riesgosos.
- Los costos para los sistemas de salud y para la sociedad aumentan: pérdida de productividad, mayor estancia hospitalaria, terapias más costosas o menos disponibles. Un informe señala que ya en 2025 se proyectan pérdidas de productividad globales del orden de cientos de miles de millones de dólares. (The ASCO Post)
Mirando hacia adelante: pasos urgentes
Para sostener la lucha contra la RAM, las siguientes acciones emergen como claves:
- Fortalecer la vigilancia nacional y global, incluyendo laboratorios, datos clínicos, sectores humanos y animales.
- Aumentar el acceso a diagnósticos rápidos y tratamientos adecuados, asegurando que no solo los países ricos se beneficien.
- Promover el uso racional de antimicrobianos en salud humana, animal y producción alimentaria, bajo un enfoque One Health.
- Incentivar el desarrollo de nuevos fármacos, vacunas y tecnologías diagnósticas, con modelos sostenibles de mercado.
- Aumentar la educación y concienciación pública, de modo que los ciudadanos entiendan su papel —usar antibióticos solo cuando los medicos lo prescriben, completar siempre el tratamiento, no automedicarse—.
- Garantizar políticas y financiación a largo plazo, no solo respuestas puntuales.
La resistencia antimicrobiana no es un problema futuro: está aquí, ahora. Los datos más recientes de la OMS y de otros estudios muestran que estamos en una coyuntura crítica, en la que la ventana para actuar se estrecha. Sin diagnósticos precisos, sin uso responsable de antimicrobianos y sin una respuesta global coordinada, corremos el riesgo de ver retroceder décadas de avances en medicina y salud pública.
No se trata solo de desarrollar nuevos antibióticos. Se trata de preservar los que ya tenemos, optimizar su uso, diagnosticar correctamente y garantizar que el acceso sea equitativo. El reto es profundo, complejo y global. Pero también lo es la oportunidad: si actuamos ahora, podríamos cambiar el curso de esta crisis para las generaciones venideras.

































